fbpx
miércoles, abril 24, 2024
Salud

Los monstruos que llevamos por dentro

767views

Hace pocos días viví una situación que me marcó mucho. Fui a almorzar a la casa de mis suegros, nos comimos una sopa azteca y la acompañamos de una limonada. Todo normal, y delicioso, por cierto. Cuando terminé de comer, le comenté a mi novio algo que después me quedó resonando: “hace unos años jamás me hubiera tomado esa limonada”. Mi novio me preguntó por qué y no dudé ni un segundo en contestarle: “por que tenía azúcar”.

En ese momento fue cuando de verdad realicé todo lo que había detrás de ese comentario. Ese día, compartí un almuerzo, lo disfruté y si la limonada tenia azúcar o no, poco podía importarme o mortificarme.

Sin embargo, hace unos años, hubiera pedido agua en vez de fresco, con tal de no “meterle a mi cuerpo” esas 40 calorías. SI!! 40!!! Dos cucharaditas de azúcar tienen 40 calorías! Qué insignificante suena, ¿verdad? Pero qué increíble lo que 40 calorías pueden llegar a mortificar a una persona, al punto de no tener que pedir algo diferente y no poder disfrutar el almuerzo con normalidad.

Mi punto no es defender el azúcar, definitivamente va lejos de eso. Los que me conocen saben que mi debilidad no es el azúcar, que puedo pasar semanas sin comerme un postre o algo dulce y que por hábito, no le agrego azúcar a mis frescos. Mi punto va sobre cómo, perdemos la calidad de vida en pequeñeces que nos enferman. Satanizamos tanto algunos alimentos que llegamos a enfermarnos MUCHO más por nuestros pensamientos que por lo que realmente esas cucharaditas de azúcar podían hacerle a nuestro cuerpo. Si hay algo que puedo JURARLES, es que NADIE se ha vuelto diabético por agregarle diariamente dos cucharaditas de azúcar al fresco y NADIE padece de obesidad por ese hábito.

Pongo este ejemplo porque fue el que me caló en ese momento. Me asombré increíblemente de darme cuenta cómo, en algún momento de mi vida, esas dos cucharaditas de azúcar hubieran cambiado mis pensamientos y mi manera de disfrutar un almuerzo en familia.

Los monstruos que cada uno cargamos, son diferentes. Para algunos será el azúcar, para otros la grasa, para algunos el “pecado” de faltar un día a hacer ejercicio. Sea cual sea el monstruo que los está asustando, los invito a que hagan las paces con él. Subestimar el efecto de nuestros pensamientos, nos lleva a la falacia de creer, que nuestra salud depende solamente de lo que comemos y les juro que está muy, muy, lejos de eso.