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viernes, abril 19, 2024
Opinión

Reflexiones sobre mi vida futbolística del día de mi cumpleaños

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Hoy, en mi día de reflexión personal, sólo pienso en que dentro de uno mismo van muriendo diferentes almas. Con 20 lo ves ‘blanco’, con 30 lo ves gris, y con 40 negro…

Hoy es 20 años de agosto, mi cumpleaños. 41 años ya, que barbaridad. Más de 30 años viendo partidos de fútbol y formando parte de mi vida. Porque como saben los buenos amantes a este espectáculo, el fútbol y sus partidos son el recuerdo de tus circunstancias personales de cada uno, aquellas que viviste, cuando se celebraron. Aquel día se casó Pepito y jugaba tal, aquel día operaron a fulanito y se jugaba la final de… Y así forjan toda tu vida.

Quizás me regalen alguna camiseta de fútbol. Pero no creo que me regalen ninguna del Madrid ni del Barça. Nunca fui del Barcelona, aunque si me regalaron una, una vez, por comprar la de otros equipos. Pero nunca he sentido simpatía, ni afinidad por el Barça; un club que por otra parte, respeto y sigo con la atención que se presta a una gran entidad.

Con el Real Madrid, todo es diferente. Ya no soy socio del Madrid, por un problema de mi pasado; dejé de ser abonado y me aparté de ser socio de ningún club. Después llegaron tiempos mejores económicos y me aboné al Atlético de Madrid y al Rayo Vallecano. Y así fui entendiendo la filosofía del equipo vecino de Madrid;  que con un precio asequible y grandes partidos que se disputaban en el Metropolitano, hizo que fuera renovando la cuota de socio año a año.

Me siento como Moisés. Abandoné una vida de lujos en la élite futbolística, que es el Madrid, para irme con la clase que más me representa, a dos clubes que no son ‘fashion’ pero quizás me llenan en valores. Uno es el equipo del pueblo de Madrid, como dijo “El Cholo”, aunque quizás haya que revisar la historia, de si eso es así; y el Rayo, un club de barrio, que sobrevive de milagro en Primera División.

El Madrid es como ese primer gran amor que nunca se olvida. Un club que quise hasta la inmensidad, sin plantearme paradigmas políticos, ni económicos. Lo quise completamente. Porque como pasa con el Barça, el Madrid no es un club de fútbol solo, es una institución tan enorme que te envuelve en su totalidad.

Mi ‘distanciamiento’ con el Madrid se produce porque no veo en él, el sueño de Santiago Bernabéu. Aunque se ganen Champions como churros, y tenga al mejor presidente y gestor económico posible; no veo el club de todos, ese equipo que representaba al inmigrante español en Suiza, que jugaba multitud de partidos sociales, que aunque muchos lo crean no congeniaba con la dictadura franquista, y que era un conjunto de jugadores venidos de lugares remotos de España, y que con humildad y trabajo, llegaban a conquistar títulos.

Ya no veo nada de eso. El actual Real Madrid es la élite total, un Bernabéu lleno de palcos Vips, de acuerdos políticos, de jugadores multimillonarios, con coches de lujo, entradas sólo para ricos y para foráneos que no les importa pagar lo que sea, por decir que estuvieron viendo un partido en Chamartín.

No me siento con la valentía de volver a ser del Madrid. De cortarme el pelo, de sentirme de la élite, y de no plantearme que los poderes fácticos y mediáticos están totalmente a su favor. No me siento con el coraje de mirarle la cara al Real Madrid, y decirle que le amo, que nunca me olvidé de él y que deseo volver a ver el Bernabéu en directo, cada 15 días.

Quizás la gran diferencia entre el Real y los clubes a los que hoy en día pertenezco; es que al primero, no le importa que estés tú u otro, y que si no puedes asistir a ese gran partido, no ocurre nada, mientras otro pueda pagar el doble o el triple por una entrada. En cambio, en los segundos, si hay sensación de familia, de tribu y de querer que los quieran; si tó no estás allí importa, no es lo mismo; y eso a mí me llega muy dentro.

Hoy, en mi día de reflexión personal, sólo pienso en que dentro de uno mismo van muriendo diferentes almas. Lo que con 20 lo ves ‘blanco’, con 30 lo ves gris, y con 40 negro… Y así me ha pasado con los clubes de mi vida. No sé que pensaré cuando tenga 50; quizás me guste el caviar y el champán de lujo, o quizás para siempre disfrute de un buen bocadillo de embutido en la grada, pero siendo yo.

Reflexiones sobre mi vida futbolística del día de mi cumpleaños

Hoy es 20 años de agosto, mi cumpleaños. 41 años ya, que barbaridad. Más de 30 años viendo partidos de fútbol y formando parte de mi vida. Porque como saben los buenos amantes a este espectáculo, el fútbol y sus partidos son el recuerdo de tus circunstancias personales de cada uno, aquellas que viviste, cuando se celebraron. Aquel día se casó Pepito y jugaba tal, aquel día operaron a fulanito y se jugaba la final de… Y así forjan toda tu vida.

Quizás me regalen alguna camiseta de fútbol. Pero no creo que me regalen ninguna del Madrid ni del Barça. Nunca fui del Barcelona, aunque si me regalaron una, una vez, por comprar la de otros equipos. Pero nunca he sentido simpatía, ni afinidad por el Barça; un club que por otra parte, respeto y sigo con la atención que se presta a una gran entidad.

Con el Real Madrid, todo es diferente. Ya no soy socio del Madrid, por un problema de mi pasado; dejé de ser abonado y me aparté de ser socio de ningún club. Después llegaron tiempos mejores económicos y me aboné al Atlético de Madrid y al Rayo Vallecano. Y así fui entendiendo la filosofía del equipo vecino de Madrid;  que con un precio asequible y grandes partidos que se disputaban en el Metropolitano, hizo que fuera renovando la cuota de socio año a año.

Me siento como Moisés. Abandoné una vida de lujos en la élite futbolística, que es el Madrid, para irme con la clase que más me representa, a dos clubes que no son ‘fashion’ pero quizás me llenan en valores. Uno es el equipo del pueblo de Madrid, como dijo “El Cholo”, aunque quizás haya que revisar la historia, de si eso es así; y el Rayo, un club de barrio, que sobrevive de milagro en Primera División.

El Madrid es como ese primer gran amor que nunca se olvida. Un club que quise hasta la inmensidad, sin plantearme paradigmas políticos, ni económicos. Lo quise completamente. Porque como pasa con el Barça, el Madrid no es un club de fútbol solo, es una institución tan enorme que te envuelve en su totalidad.

Mi ‘distanciamiento’ con el Madrid se produce porque no veo en él, el sueño de Santiago Bernabéu. Aunque se ganen Champions como churros, y tenga al mejor presidente y gestor económico posible; no veo el club de todos, ese equipo que representaba al inmigrante español en Suiza, que jugaba multitud de partidos sociales, que aunque muchos lo crean no congeniaba con la dictadura franquista, y que era un conjunto de jugadores venidos de lugares remotos de España, y que con humildad y trabajo, llegaban a conquistar títulos.

Ya no veo nada de eso. El actual Real Madrid es la élite total, un Bernabéu lleno de palcos Vips, de acuerdos políticos, de jugadores multimillonarios, con coches de lujo, entradas sólo para ricos y para foráneos que no les importa pagar lo que sea, por decir que estuvieron viendo un partido en Chamartín.

No me siento con la valentía de volver a ser del Madrid. De cortarme el pelo, de sentirme de la élite, y de no plantearme que los poderes fácticos y mediáticos están totalmente a su favor. No me siento con el coraje de mirarle la cara al Real Madrid, y decirle que le amo, que nunca me olvidé de él y que deseo volver a ver el Bernabéu en directo, cada 15 días.

Quizás la gran diferencia entre el Real y los clubes a los que hoy en día pertenezco; es que al primero, no le importa que estés tú u otro, y que si no puedes asistir a ese gran partido, no ocurre nada, mientras otro pueda pagar el doble o el triple por una entrada. En cambio, en los segundos, si hay sensación de familia, de tribu y de querer que los quieran; si tó no estás allí importa, no es lo mismo; y eso a mí me llega muy dentro.

Hoy, en mi día de reflexión personal, sólo pienso en que dentro de uno mismo van muriendo diferentes almas. Lo que con 20 lo ves ‘blanco’, con 30 lo ves gris, y con 40 negro… Y así me ha pasado con los clubes de mi vida. No sé que pensaré cuando tenga 50; quizás me guste el caviar y el champán de lujo, o quizás para siempre disfrute de un buen bocadillo de embutido en la grada, pero siendo yo.

Carlos Navio Villalobos
Colaborador de Diario Deportivo CR, radicado en Madrid-España.